Dentro de los malos recuerdos que guardan los pacientes de alguna cirugía, siempre vendrá a nuestra mente la cirugía de las cordales.
Pero en este momento se podría decir que enfrentar la cirugía de las cordales casi es un placer, y ¿por qué? Porque ahora contamos con la sedación intravenosa, la cual por medio de medicamentos que un anestesiólogo especialmente entrenado le administra a nuestro paciente, nos ayuda a mantenerlo dormido,
pero consciente durante la cirugía de las cordales, sin que sienta dolor o recuerde algo de lo que fue la extracción de sus cordales en el posoperatorio.
La cirugía de las cordales es un tema que debemos manejar y tener claro.
Las cordales se deben extraer en un periodo de edad entre los 16 a los máximo 30 años ya que luego de esta edad, los molares tienden a perder su límite con el hueso lo que las hace más complicadas y por ende con un posoperatorio más complejo que cuando se realizan a corta edad, caso contrario ocurre cuando se realiza en la época en que inician su erupción entre los 14 a 21 años, periodo en el que posiblemente no han terminado la formación de raíces y nos permite una cirugía másrápida.
Al ser el último molar en los maxilares, es muy frecuente que se retengan pues no hay espacio, y tenemos cada vez menos espacio debido a que consumimos una dieta cada vez menos abrasiva, lo que hace que los dientes y los molares se desgaten menos y así disponemos de menos espacio para albergar todos los dientes.
En otros pacientes que presentan maxilares estrechos o pequeños, y dientes de un tamaño normal, donde no alcanzan a hacer erupción; otro caso es cuando se ha tenido tratamiento de ortodoncia en donde los molares retenidos sin erupcionar presionan la raíz de los molares vecinos y les produce resorción radicular, lo que puede conllevar a la perdida de molares funcionales.
Cuando se encuentran acostados sobre las raíces de los molares vecinos además de la presión que ocasionan, también pueden albergar placa bacteriana que degenera en caries tanto en el incluido como en el molar adyacente; produciendo un dolor agudo oculto no fácil de relacionar en algunos casos.
Hay algunos pacientes que piensan “pero a mí no me salieron las cordales” en ellos lo más posible es que estén incluidas en una posición bastante anómala, y que al quedar dentro del hueso, el tejido que le ayudo a formarlas puede terminar reteniendo líquido y ocasionando un quiste, el cual a pesar de ser un entidad benigna, puede ser tan agresiva que termine invadiendo la mandíbula requiriendo esto de una cirugía muy compleja, así como también puede terminar ocasionando un tumor benigno pero localmente muy agresivo llamado ameloblatoma, que requiere una cirugía muy mutilante; y ni que decir en el caso de que se forme un tumor maligno tipo carcinoma; este ultimo de menor incidencia pero con gran complicación, es la entidad patológica más lesiva relacionada con una cordal incluida.
Así mismo pueden producir abscesos por caries ocultas que penetraron por alguna pequeña fisura en la encía, y que ocasiona la muerte del nervio por lo que se instaura un absceso que al estar ligado a espacios aponeuróticos tan importantes en el piso de boca y parte lateral del cuello, nos pueden comprometer la vida del paciente.
En algunos casos pueden alterar la sensibilidad o desencadenar un cuadro doloroso facial, al estar en franca cercanía con el nervio dentario inferior; también los médicos alternativos encuentran en la cordales una interferencia para el manejo de algunas enfermedades como la migraña. En casos de extrema atrofia o perdida severa de hueso por carencia de los dientes y molares especialmente en adultos mayores, al quedar este molar incluido en el hueso mandibular puede presentarse molestia con la prótesis total o incluso fractura del cuerpo mandibular al llegar a recibir un impacto en esta zona.
Por estas razones es que siempre debemos consultar con un cirujano maxilofacial, quien se encuentra adecuadamente entrenado para el manejo de las complicaciones asociadas a la retención de las cordales.
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